La Fiscalía de la Audiencia Nacional española solicitó 2 años y medio de cárcel para el expresidente de la Real Federación Española de Futbol (RFEF) Luis Rubiales por el beso no consentido a la seleccionada Jennifer Hermoso tras la final del pasado mundial, celebrada el 20 de agosto en Sídney (Australia), y las presuntas presiones a las que fue sometida. Se le atribuye un delito de agresión sexual y otro de coacciones.
La teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, también pidió un año y medio de prisión para el ex seleccionador Jorge Vilda; el director deportivo de la selección masculina de la RFEF, Albert Luque; y para el ex responsable de Marketing de la RFEF Rubén Rivera.
A todos ellos les imputa un delito de coacciones por las supuestas presiones a la futbolista internacional y a su entorno para que respaldase en una comparecencia pública la versión de Rubiales de que el beso fue consentido.
En su escrito de acusación, la representante del Ministerio Público también solicita que indemnice a la futbolista internacional con 50 mil euros (la misma cantidad que pide que asuman de forma solidaria el resto de acusados) y que se imponga al ex presidente de la RFEF la libertad vigilada durante 2 años una vez cumpla condena y que se le prohíba comunicarse con Jenni Hermoso y acercarse a menos de 200 metros de ella durante cuatro años (3 años y medio en el caso de los otros 3 acusados).
Además, la fiscal reclama que se le inhabilite para el ejercicio de su profesión y para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo por un plazo igual al de la condena.
Rubiales se encuentra ahora mismo en la República Dominicana y, una vez regrese a España el próximo 6 de abril, tendrá que declarar como investigado en el marco del “caso RFEF” por supuesta corrupción en contratos federativos.
En la resolución en la que el magistrado Francisco de Jorge acordó el pasado enero seguir adelante con el procedimiento y procesar al expresidente de la Federación y a los otros 3 imputados, el instructor del caso “Rubiales” señalaba que en la entrega de trofeos tras el Mundial conseguido por España, el entonces máximo mandatario del fútbol español “sujetó la cabeza de la jugadora con ambas manos, a la altura de los oídos“, y de manera “sorpresiva e inesperada” dio un beso en los labios a Jennifer Hermoso, quien “desconcertada y sorprendida por el inesperado beso en los labios, no tuvo tiempo de reaccionar“.
Y aunque en un primer momento, “trató de restarle importancia”, el “sentimiento de haber sido ofendida” fue en aumento ante las presiones de Rubiales y “de su círculo próximo para que públicamente manifestase que el beso había sido consentido”.
Unas presiones que se habrían redoblado en el avión de regreso a España con el objetivo de que hiciese una manifestación pública diciendo que el beso había sido consentido, “a lo que la jugadora se negó, expresando su malestar”.
Fue entonces, según el relato del instructor, cuando a instancias de Rubiales Vilda advirtió al hermano de Jenni Hermoso que “si su hermana no accedía a participar en el vídeo, su negativa tendría consecuencias negativas para ella y experimentaría perjuicios en su carrera profesional como futbolista”.
Una vez en España, fue el responsable de Marketing de la RFEF, Rubén Rivera, que en el viaje de la selección a Ibiza, le pidió “de manera reiterada y persistente que hablase por teléfono con el responsable de Integridad de la Federación”, insistiéndole en que “debía participar en el vídeo exculpando a Luis Rubiales”.
Las supuestas presiones involucran también a Albert Luque, a quien Hermoso trasladó por Whatsapp que no quería hablar con él, por lo que Rivera recurrió entonces a una amiga de Hermoso, Ana Belén Ecube, “manteniendo durante horas los persistentes requerimientos a esa amiga para que convenciera a la jugadora para hablar con Albert Luque”.
Es entonces cuando, según el juez De Jorge, Luque acude al hotel para intentar convencer a la amiga de la futbolista para que cambiase su postura y accediese a participar en ese video “para justificar la conducta de Luis Rubiales”.
A la vista de que la negativa continuaba, le acusó de “mala persona, deseándole que se encuentre muy sola en la vida y anunciándole que se alegrará de que eso suceda”.
Como consecuencia de dichas presiones, según el magistrado, provocaron que Jennifer Hermoso tuviera un alto grado de estrés y ansiedad.