Jugó el Barça como el líder que era después de la caída del Madrid en Vallecas y será con independencia del partido en el Bernabéu antes del parón del Mundial. La respuesta azulgrana a la derrota blanca fue incontestable en Pamplona. La victoria tuvo un mérito enorme si se atiende a las adversidades acumuladas por el Barcelona. A un gol en frío en una jugada precedida de falta, siguió la expulsión a la media hora de Lewandowski y un arbitraje desquiciante de Gil Manzano. El encuentro no podía tener peor pinta para el Barça. Al equipo de Xavi, sin embargo, le salió el colmillo después de los dientes de leche mostrados en noches como la del Inter y firmó un remonte inédito en los tiempos de Xavi.
A Osasuna le da igual jugar contra el primero que frente al último, no distingue entre rivales, siempre muy intenso, aplicado en la presión y solidario en el esfuerzo, intimidador en la fragua de El Sadar. La intimidación del equipo navarro exige mucha concentración por parte de los adversarios y una especial pulcritud en el manejo de la pelota para evitar las pérdidas, uno de los males que más atormenta al Barcelona. Incluso los futbolistas más veteranos y esmerados son absorbidos por la energía de Osasuna cuando se distraen como le pasó a Busquets. El capitán se despistó de forma repetida hasta conceder el 1-0. David García se anticipó a Busquets a la salida de un córner concedido por un fallo del medio centro del Barça. Aunque hubo un bloqueo-pantalla de Unai García sobre Marcos Alonso, el árbitro y el VAR se hicieron el longuis para suerte de Osasuna.
Las quejas y las dudas acabaron por inmovilizar y penalizar a los muchachos de Xavi. A favor de marcador, Osasuna fue más selectivo en sus llegadas y estuvo más atento en la defensa del área de Aitor. El encuentro se convirtió en un duelo muy físico, cuerpo a cuerpo, del que salía mal parado el Barcelona, menos acostumbrado al contacto y retratado en cada acción ante la fogosidad de El Sadar. El conflicto superó incluso a un experto como Lewandowski. El polaco, que ya había sido amonestado por una entrada por detrás, cargó contra David García y fue expulsado a la media hora por una doble tarjeta amarilla por Gil Manzano, el mismo árbitro que en su día ya mostró la cartulina roja a Messi, Neymar, Luis Suárez, Bale, Casemiro… La actuación del colegiado sacó de punto al ariete —no jugará el derbi—, y a un suplente como Piqué.
No se supo controlar Lewandowski, igual de frustrado que los futbolistas del Barcelona, superados por las revoluciones del partido y la carga ambiental de El Sadar. Los azulgrana extrañaban a un artista como Pedri en un combate de fajadores que convenía especialmente a Osasuna. El tinerfeño reapareció a la salida del descanso para embocar un balón rechazado por los centrales de Osasuna y disputado por Ferran Torres después de un centro de Alba. El empate premió la combatividad del Barcelona y los buenos movimientos de Ferran como falso 9. Hay que jugar de manera muy fina y rápida para superar a un equipo tan abrasador como Osasuna y al Barcelona le faltaba precisión y control para dominar en El Sadar. El partido demandaba la intervención del entrenador y Arrasate arriesgó con el cambio de Torró por un delantero de tallo largo como Kike García.
Hasta entonces con las faltas tácticas, Osasuna volvió a ganar campo y pelota mientras retrocedía del Barcelona. La rueda de cambios, sin embargo, decantó el encuentro a favor del Barcelona después de que Ter Stegen le sacara un remate de gol a Chimy Ávila. Xavi prefirió situar a Frenkie de Jong como central después de que se lastimara Christensen y Piqué hubiera sido expulsado durante el descanso en su último partido por discutir con Gil Manzano. Aunque el empate no era un mal resultado y Arrasate no paraba de poner delanteros, los azulgrana defendieron con rigor y alcanzaron el triunfo en un cabezazo de Raphinha sobre la salida de Aitor después de un pase desde medio campo de Frenkie de Jong.
Los azulgrana supieron interpretar las necesidades el partido a pesar de su inferioridad numérica ante Osasuna. El brío y la fuerza de los navarros contrastó con la madurez e inteligencia del Barça. Los azulgrana defendieron el botín como jabatos como si más que el liderato les fuera la Liga.