Sabía usted que en el Estado de México cayó uno de los meteoritos más grandes de los que se tenga registro en México, ocupando la posición número 4, este material es conocido como el Meteorito Jiquipilco.
Selín Alejandro González Palomino, presidente de la Asociación Astronómica del Valle de Toluca (AAVT), explicó que la importancia de un meteorito radica en que representan el “acta de nacimiento” del sistema solar.
“Todos los días caen meteoritos a la tierra, como el gran porcentaje de la tierra es mar y luego no toda la parte continental está habitada, es difícil verlos, encontrarlos e incluso ver el impacto, son momentos muy especiales cuando sabes que hubo un meteorito que cayó”, explicó.
El presidente de la Asociación Astronómica del Valle de Toluca (AAVT) refirió que si bien todos los días pueden caer este tipo de fragmentos en la Tierra, realmente no representan un riesgo ni para la salud ni para el ambiente, pues muchos de estos mitos surgen de películas u otros productos de entretenimiento, que poco tienen que ver con la ciencia y la investigación.
“Casi todas las piedras que están allá afuera, en el sistema solar, son muy pequeñas casi del tamaño de nuestro puño y menores. Sí hay piedras más grandes; sin embargo, nosotros tenemos una atmósfera que sirve como protección. Cuando una piedra quiere entrar a nuestro planeta esa atmósfera lo quema y lo parte, digamos que si mide 200 metros, caen varios pedazos de 20 metros y lo demás es desecho, así que no hay problema, sí hay piedras grandes, esas están siendo monitoreadas, hasta ahorita no hay ninguno que tenga un 100 por ciento de certeza de que nos va a impactar, no hay ningún problema”.
Según el artículo “Meteoritos. Impacto posible, incertidumbre profunda”, de Gustavo Gebert, el material que queda tras la caída de un meteorito es de gran interés científico, al tratarse de muestras directas de material extraterrestre procedente de lugares más lejanos que la Luna.
El análisis químico de los meteoritos proporciona información útil para conocer mejor el origen del Sistema Solar.
“La abundancia media de los elementos en los meteoritos es aproximadamente la misma que la que hay en otros cuerpos del Sistema Solar”, se detalla.
A partir de la textura, las estructuras internas de estos cuerpos y su contenido de átomos radiactivos (radionu-cleótidos), los científicos han podido discernir que la formación primitiva de los meteoritos y la del Sistema Solar tiene un origen común, lo cual apoya la teoría de que el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter se debe a la fragmentación de un cuerpo mucho más grande (planeta) que se encontraba originalmente entre ambos.
Este mismo artículo se refiere que los meteoritos se nombran por el lugar donde se descubren o caen; generalmente se identifican con la localidad más cercana.
De acuerdo con su composición química, los meteoritos se dividen en sideritos (con 98% de elementos metálicos), formados por una aleación de ferro-níquel; siderolitos (con 50% de elementos metálicos y 50% de silicatos), compuestos principalmente por ferroníquel y silicatos (olivino y piroxeno); y aerolitos (o meteoritos pétreos), que son los meteoritos más frecuentes y están formados en gran parte por silicatos y tectitas, compuestos por vidrio rico en sílice.
Según el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) un meteorito es una roca espacial que sobrevive a la entrada en la atmósfera de la Tierra, llega a la superficie del planeta y puede producir un cráter de impacto.
En el caso específico del Meteorito Jiquipilco, este Instituto lo clasifica como el cuarto meteo rito más grande de México.
Se estima que su entrada en la atmósfera, fue hace unos 60 mil años y produjo una gran lluvia, de varios cientos de fragmentos, alrededor de San Juan de Xiquipilco (hoy Jiquipilco), a 25 kilómetros al noreste de Toluca.
Se calcula que unas 2.8 toneladas de material han sido colectadas en la zona donde cayó esta lluvia de meteoritos, pues fue muy común su utilización para fabricar herramientas de labranza por los pobladores locales.
La Gaceta de México publicó, en 1784, la primera nota sobre el descubrimiento de fragmentos. El mayor, de 535 kilogramos se encuentra en el Instituto de Geología de la UNAM.
Se le ha calculado una edad de 4,600 millones de años, 65 millones más antiguo que las condritas. Este meteorito, según detalló Selín Alejandro González Palomino, presidente de la Asociación Astronómica del Valle de Toluca (AAVT) se descubrió hace poco más de 50 años, cuando se estaba edificando el pueblo de Jiquipilco.
“Se encontraron algunos rastros de un meteorito que estaba despedazado e incluso muchos japoneses se llevaron mucho del meteorito; sin embargo, otros mexicanos que se dedican a la ciencia y a la astronomía se quedaron con estas piezas”.
Este meteorito, subrayó, estuvo en resguardo en un domicilio particular, hasta que se decidió exponerlo, a fin de que la gente pueda conocerlo e incluso lo pueda tocar, hacer preguntas y poder maravillarse.
Se trabaja en la conformación de un museo en ese municipio, esto como resultado del trabajo de un grupo multidisciplinario de científicos y científicas, que han realizado distintas investigaciones, además de lograr su preservación y resguardo.
“Es una pieza única, tiene una forma de luna creciente. Este meteorito es uno de los más famosos a nivel mundial. Si hubiera oportunidad de que a partir de este meteorito más gente se encargue de la búsqueda, que considere que hay indicios o que alguien encontró una piedra, hay que preguntar e investigar”, señaló.
En estos trabajos también participa la Sociedad Astronómica Mexicana A.C. dando a conocer un poco más de los meteoritos.