Comunidad al pie del Nevado de Toluca enfrenta crisis por cierre del parque

La comunidad de Raíces, ubicada en las faldas del Nevado de Toluca, enfrenta una caída en su actividad económica tras el cierre del parque nacional Xinantécatl el pasado 10 de agosto. La medida, tomada luego de un accidente que dejó 13 personas lesionadas, ha reducido significativamente el flujo de turistas, principal fuente de ingresos para los negocios locales.

‘El cierre afectó a toda una comunidad. No solo a los que trabajan allá arriba, también a nosotros, que ahora no sacamos ni para lo básico’, expresó una comerciante que solía vender quesadillas a los visitantes.

Sobre la carretera que lleva al Nevado se alinean locales que ofrecen antojitos mexicanos, café de olla, atole, tacos de carne asada, esquites, elotes, así como chamarras y prendas para protegerse del frío. Sin embargo, los visitantes han disminuido considerablemente..

‘Ahorita que son días de vacaciones, esperábamos más gente, pero con el cierre ya no vinieron’, lamenta la misma vendedora.

Los comerciantes calculan que sus ventas han caído hasta en un 80% respecto a otros periodos vacacionales. Aun así, mantienen abiertos sus puestos con la esperanza de que algunos visitantes despistados, que no se hayan enterado del cierre, lleguen y consuman algo.

‘Seguimos aquí por si alguien se asoma. Aunque sea una quesadilla o un cafecito, todo ayuda’, comenta un hombre mayor, mientras acomoda sillas vacías en su pequeño local.

En Raíces, cada miembro de la familia participa en el negocio. Desde niños hasta adultos mayores se involucran en la elaboración de alimentos, atención a los clientes, compras e incluso limpieza. Todos entienden que el turismo es la base de su economía.

‘Aquí todos le entramos porque sabemos que de esto sale para comer’, explica el mismo locatario, con tono resignado.

Cuando las puertas del Nevado se cierran, algunos optan por buscar otras formas de ingreso: se trasladan a comunidades cercanas a vender esquites o elotes o consiguen trabajo temporal en fábricas o construcciones. Pero para muchos, el arraigo y la dificultad de desplazarse hacen que esto no sea una opción viable.

Los rumores sobre una posible extensión del cierre preocupan a los pobladores. Si bien reconocen la necesidad de mantener el orden y garantizar la seguridad en el parque, también piden soluciones que consideren el sustento de quienes viven del turismo.

‘Este lugar es muy bonito. Hay personas que vienen cada año. Se debe cuidar, claro, pero también hay que cuidar a los que suben y a los que vivimos de eso’, concluye el adulto mayor.

Mientras tanto, Raíces espera. Espera a que el silencio se rompa con las voces de turistas, que el humo vuelva a salir de los comales y que, una vez más, el volcán les devuelva la vida.

Redacción
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