En un mundo donde las decisiones matrimoniales suelen estar influenciadas por el amor, la conveniencia o incluso la tradición, Vanessa García rompió con todos los esquemas y decidió contraer nupcias consigo misma. Sí, leíste bien, con ella misma. La lógica detrás de su decisión es irrefutable para ella: «No se me ocurría mejor persona que yo».
El acto de casarse con uno mismo
En España, una mujer hizo realidad el sueño de casarse consigo misma. «Lo he vivido con muchísima felicidad», recalcó García tras la ceremonia. Vanessa García celebró su boda en Gijón, un evento que se enmarca dentro de la práctica conocida como «sologamia». Este concepto, aunque inusual, consiste precisamente en el matrimonio de una persona consigo misma.
La ceremonia fue oficiada por Teresa Estay, quien también se casó consigo misma hace cinco años. Estay compartió que fue «súper emotivo experimentar las mismas sensaciones que vivió en su día». En las imágenes del evento, se puede observar a García colocándose el anillo tras el discurso de Estay, que seguía un formato habitual de bodas.
Una ceremonia emotiva
Durante la ceremonia, García leyó los votos que había escrito para sí misma, un momento cargado de significado y emoción. Al finalizar la celebración, expresó su alegría y satisfacción, afirmando que casarse consigo misma fue «una de las mejores decisiones» que ha tomado. También explicó que en la sologamia no existen reglas estrictas y que los sologamistas pueden tener parejas.
Una tendencia en auge
La sologamia, aunque no es un concepto nuevo, ha ganado visibilidad en los últimos años. Personas de todo el mundo han optado por este tipo de compromiso como una forma de autoafirmación y amor propio. Este fenómeno refleja un cambio en la percepción del matrimonio y la importancia de la relación con uno mismo.
¿Qué es la «sologamia»?
La sologamia no es legalmente reconocida en la mayoría de los países, pero eso no impide a quienes la practican celebrar ceremonias simbólicas. El objetivo es reforzar el compromiso personal y el «autoamor». Aunque puede parecer una extravagancia para algunos, para otros es una forma poderosa de celebrar la individualidad y la autoaceptación.