Sábado 5 de marzo de 2022, parecía un día normal en el fútbol mexicano, se celebraba la Jornada 9 y en el estadio La Corregidora de Querétaro se enfrentaban los Gallos Blancos y los rojinegros del Atlas. Al minuto 59 el equipo tapatío estaba al frente en el marcador. Sesenta segundos después el fútbol quedó de lado y el caos se apoderó del escenario.
En un fugaz instante se vivió el día más negro y vergonzoso en la historia del fútbol mexicano. Nunca se habían visto imágenes tan dantescas en un estadio en México, nunca se había vivido un episodio tan violento y que causara tanto temor en un campo de fútbol. Diez minutos de temor parecieron ser horas de terror, con aficionados golpeados, ensangrentados y el miedo en miles de rostros.
Santiago, un aficionado de Atlas que vive en Querétaro, recuerda esos minutos de angustia: “Se me acerca un tipo y me dice: ‘dame tu playera’, le dije que no y que fuera a buscar pleito en otro lado. De la nada me suelta un golpe y no recuerdo nada, solo escuchaba ruido y gritos. Cuando recupero la noción, veo a mi papá en las piernas y cuando volteo a ver, un tipo con una hebilla me quería golpear la cara, me tapo con el brazo, me quitan la playera. No sé cómo salí de ahí, solo sentía golpes en la espalda, me zafo y subo a otra sección del estadio y ahí estoy ensangrentado y cuando nos juntamos con mi papá y mi hermana, salimos corriendo del estadio porque nos seguían buscando. Afuera vimos a policías que no hacían nada, 40 minutos después llegaron ambulancias y nos revisaron muy rápido”.
Los jugadores de ambos equipos están en trance, ellos, acostumbrados a ser figuras se sienten vulnerables, el miedo también les invade, se busca la puerta del vestuario, porque temen ser agredidos.
David Cabrera, quien en ese entonces militaba en Querétaro, se encontraba en la banca y relata lo que vivió. “Se invade la cancha y muchos de nosotros nos quedamos con un semblante de ‘qué hacemos’, muchos querían ayudar a calmar las cosas, pero todo estaba fuera de control. Del club nos dicen que nos metamos al vestidor, había gente de la tercera edad, familias con niños que invitamos a bajar al vestidor; yo fui de los primeros en bajar y te preocupas por la gente que te pide ayuda”.
Y añade “era una incertidumbre, recuerdo ayudar a unas personas de Atlas, porque un chavo me decía ‘Cabrera por favor ayúdanos, no queremos salir porque tenemos miedo’, se quitó la playera y le di una casaca. Estuvimos tres o cuatro horas hasta que gente de logística del club nos dijo que podíamos salir, ya era de noche y hacía frío, le di mi chamarra. Entras a redes sociales, ves todo eso y es lo peor que me ha tocado vivir; eso no tendría que pasar en ningún lado”.
El saldo de la barbarie fue de 26 personas heridas; 3 de ellas de gravedad y ni un solo detenido. Las autoridades de la Liga Mx cancelaron el resto de la Jornada. El gobierno del estado entró en alerta. Un día después, la fiscalía local inició la investigación para dar con los responsables. Era claro que varias dependencias habían sido rebasadas.
En el estadio Corregidora, Mikel Arriola, presidente de Liga Mx, Íñigo Riestra, secretario general de la Federación Mexicana de Futbol y Gabriel Solares, entonces presidente de los Gallos Blancos, también ofrecieron una conferencia para dar su postura, tomaron medidas deportivas, pero emplazaron a una Asamblea de Dueños para valorar la situación y aplicar castigos más serios.
El fútbol mexicano se había manchado. Dos días después, la Fiscalía llevó a cabo 21 cateos en diferentes municipios. Las autoridades detuvieron a 14 personas ligadas con los hechos; en un principio los cargos que se les imputarían serían: homicidio en grado de tentativa, violencia en espectáculos deportivos y apología del delito.
Tras la Asamblea de Dueños se llegaron a los siguientes acuerdos: Veto de un año como local a Querétaro. Suspensión de cinco años a la directiva de ese momento. El equipo debía cambiar de dueño y volvió a la administración de Grupo Caliente. Sanción económica de 1 millón 500 mil pesos a los Gallos Blancos. Veto de tres años como local a la barra del Querétaro, y uno como visitante. Y los Gallos perdieron 0-3 el partido con Atlas. Para muchos fueron medidas de risa.
Este domingo se cumple un año del lamentable episodio; la Comisión Disciplinaria autorizó ya la reapertura del estadio Corregidora para el juego de los Gallos contra Mazatlán, pero el gobierno local aún no. Las autoridades del estado se han comprometido a que cambiarán la imagen que dieron aquel 5 de marzo de 2022.
Antonio Rangel, Secretario de Planeación y Participación Ciudadana de Querétaro, señala que en este año el gobierno emprendió diversas acciones con el fin de concientizar a la población queretana a no caer en ese tipo de acciones cuando regrese a las tribunas.
“Trabajamos en todos los aspectos del desarrollo social, el estadio se vuelve un símbolo y siempre en Querétaro ha sido así y seguirá siendo un lugar de encuentro; una fiesta en donde las familias pueden ir de manera tranquila a disfrutar de un buen partido. En la parte de seguridad no se está escatimando en absolutamente nada, todos los operativos y los protocolos están contemplados; se están contemplando diferentes anillos de seguridad alrededor de lo que es el estadio Corregidora, al ingreso también, con todo lo que la Federación le ha exigido al equipo. Nosotros estamos contemplando la cobertura y protección del equipo de visitante desde su hotel, las casetas, la recepción de aficionados. Tenemos medidas de seguridad muy certeras hasta toda una narrativa que hemos venido generando durante un año de trabajo para que esto sea una fiesta”, dice el funcionario estatal.
Aunque se pensaba que este domingo La Corregidora volvería a abrir sus puertas, todo hace indicar que no será así; las autoridades siguen analizando sus protocolos y prefieren esperar un poco más, no hay anuncios de venta de boletos en los alrededores y el club tampoco ha dado una postura.
Pero a Santiago, que fue víctima de aquella barbarie, no hay promesa de funcionarios o directivos que lo motive a volver a dicho escenario. “No, la verdad no, a ese estadio, aunque me regalen un boleto no iría”. El 5M cambió todo.